Nos estamos reactivando. Esa es seguramente la sensación más común entre las empresas de los diferentes sectores, que estamos viendo cómo la confianza para gastar y consumir vuelve a coger ritmo a nivel global. De hecho, según datos del BBVA Research, parece que 2021 cerrará con un incremento del crecimiento del consumo privado en España del 6,1%, y con una previsión para el 2022 que roza el 7%. Este incremento del consumo tiene sin duda un gran protagonista que se está viendo especialmente beneficiado: el producto asiático procedente de lo que se denomina como “la gran fábrica del mundo”. Sin embargo, esa bonanza se produce en un contexto complejo, en el que la capacidad mundial para reaccionar ante una demanda elevada está bastante mermada, lo que está afectando a la logística de mercancías y al precio del transporte.
La reciente crisis de los contenedores en China, la fluctuación de la demanda de los diferentes productos que se está produciendo desde que comenzara la crisis de la COVID-19 y la cercanía de la temporada navideña en la que se produce un incremento del consumo son algunos de los acontecimientos que han desencadenado esta crisis en la cadena de suministro. La reorganización de un mundo que se había parado casi por completo ha hecho que la actual compra masiva de mercancías esté tardando más en llegar a los destinos como consecuencia de la enorme burocracia de los protocolos de COVID que varían a cada momento y en cada país. Además, a esto hay que sumar la escasez de materias primas incluso para producir pallets de transporte o contenedores de acero por la bajada de actividad de las fábricas que los producían y que aún tardarán un tiempo en recuperar el ritmo anterior a la pandemia.
Todo ello ha hecho que el precio del transporte por barco desde Asia se dispare. De hecho, se ha multiplicado por 10. Lo que tiene una traducción sencilla a efectos prácticos. Por ejemplo, para una empresa española de renovables, traer un contenedor de paneles solares desde China ahora le está costando un 400% más que antes de la pandemia. Y ese incremento tan desorbitado, es difícil de asumir para algunas empresas, viéndose más afectados unos sectores que otros.
Entonces la gran pregunta es, ¿hay remedio para capear esta tormenta? Sin duda la respuesta es que sí hay salida, y esta puede y debe ponerse en marcha ya, para mejorar los procesos presentes, y, sobre todo, los futuros. Las claves son la adaptación y la digitalización. En términos de adaptación, buscar un plan B con agilidad que permita gestionar bien todas las partes del proceso de la cadena de suministro para compensar este problema. La logística es un negocio cíclico que tradicionalmente ha pasado por momentos de expansión a lo que los operadores responden con inversiones, en barcos y aviones, y por otros momentos de contracción donde se elimina capacidad, como por ejemplo eliminando los barcos menos eficientes, los más contaminante etc.
Tradicionalmente el 90% de las mercancías vienen por barco, porque es el medio de transporte más barato. De hecho, era 15 veces más económico que el transporte por avión. Pero lo cierto, es que ahora las empresas se ven obligadas a decantarse por esta otra forma de transporte de mercancías, a pesar de su coste. Invertir en este cambio es una de las alternativas, aunque los efectos tardarán aún un poco en notarse.
Además, comprar más cerca debe ser una máxima para que, en momentos en los que los costes se eleven o se colapsen ciertos mercados, haya una alternativa de suministro que garantice contar con existencias.
Monitorizar mejor cada parte del proceso y por ende los precios de todo el modelo de compras y suministro, permite a los departamentos de compras de las empresas tener un mejor acceso y en tiempo real a la información interna y externa, lo que a su vez deriva en una mejor toma de decisiones. Esto revierte a su vez en mejoras en la totalidad del negocio, al tener una organización más eficiente, competitiva y comunicada, con una organización de procesos y gestión más eficiente eliminando tareas redundantes o sin valor. Y, por supuesto, en una optimización del control del gasto desde el origen, con un mayor control y mitigación del riesgo.
Todo ello debe hacerse mediante la implantación de tecnología de vanguardia para ser más efectivos, como analítica avanzada, automatización del Procure to Pay (P2P) y la homologación continua y automatizada de los proveedores. También a través de la innovación digital para mejorar los procesos, como podría ser a través de la integración digital en los sistemas del proveedor. Pero es vital que las empresas se apoyen en tecnologías sabiendo cuáles son las necesidades específicas de la organización, analizando todos los productos de la cadena y poniendo en marcha actuaciones concretas donde más riesgo haya en cada momento, en tiempo real.
En definitiva, este punto de inflexión en el que nos encontramos muestra la importancia de establecer mejores prácticas que deben llegar para quedarse, y así caminar en una senda de digitalización y adaptación para llevar un trabajo planificado, estructurado y transparente, y alineado con el conjunto de las estrategias empresariales.