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Al día

El 93% de los españoles considera que la exposición a pantallas genera adicción en los menores y, hasta el 85%, que los algoritmos manipulan sus emociones

• El 77% de los españoles considera que los menores no reciben un buen acompañamiento en el manejo de los dispositivos digitales. Asimismo, opinan que la responsabilidad de controlar el acceso a las pantallas recae mayoritariamente sobre los progenitores (86%), los sistemas educativos (56%) y las instituciones gubernamentales (41%). • El 67,6% de los habitantes opina que los menores de 12 años no pueden diferenciar entre lo que es contenido real y desinformación en internet. A la vez, creen que la exposición a las pantallas puede afectar el desarrollo de habilidades cognitivas, lingüísticas y socioemocionales. • Con todo, 7 de cada 10 personas cree que un buen uso de la tecnología puede aportar beneficios a los menores y más si el infante tiene dificultades de aprendizaje o necesidades especiales (74%). Las habilidades cognitivas (51%), lingüísticas (49%) y socioemocionales (30%) son algunas de las competencias que pueden desarrollar óptimamente.

La población española lo tiene claro: la exposición a pantallas durante la primera (0-6 años) y la segunda infancia (7-12 años) supone un riesgo para el desarrollo y crecimiento de los más pequeños, un colectivo de edad que, en España, conforman prácticamente 4 millones de personas  y representan el 8,2% de la población total. En consecuencia, consideran que deberían promoverse leyes para cuidar la integridad de los menores en el ámbito digital y contribuir a que fomenten positivamente competencias lingüísticas, cognitivas y socioemocionales en edades tan tempranas.

Si bien estas cuestiones llevan años escalando posiciones entre los temas que más conciernen a la sociedad, la incidencia y falta de concienciación sobre los mismos ya devienen una realidad tangible para España, según el Barómetro Taller Argal 2025 realizado por Argal Alimentación a través de Netquest.

¿Cómo afecta la exposición a las pantallas?
Como plantean los resultados, uno de los aspectos que más concierne a España sobre los menores de 12 años es la sobreexposición a las pantallas. Estas, según los encuestados, pueden llegar a afectar tanto al desarrollo de las habilidades lingüísticas, como al de cognitivas y socioemocionales en la primera infancia.

Por lo que respecta a las primeras, hasta el 71% cree que un uso excesivo de ellas puede afectar a los niveles de socialización, al reducir la necesidad de querer comunicarse con personas reales, y 5 de cada 10 españoles considera que dificulta el desarrollo del lenguaje oral y de la interacción verbal. Para el 33% de la población, también repercute en la adquisición de nuevas palabras y conceptos, e incluso para el 21% limita la comprensión auditiva.


Si nos centramos en las habilidades cognitivas, los resultados son también alarmantes. Según los encuestados, la exposición en los menores de 6 años genera dependencia de estímulos constantes (68%), empeora la atención y la capacidad para resolver problemas (58%), afecta la concentración y el pensamiento crítico (57%) y disminuye la retención de la memoria a medio-largo plazo (43%).

Al respecto de las aptitudes socioemocionales, el 67% de los españoles cree que la tecnología disminuye el desarrollo de expresiones emocionales; el 63%, que alteran la conducta social; el 55%, que empeoran la regulación y el autocontrol de sentimientos; y el 49%, que dificultan el fomento de la empatía y de la comprensión de emociones.

En relación con la segunda infancia, el libre acceso a contenido inapropiado -así como pornografía, abuso sexual o bullying- (84%), el contacto directo con posibles extraños (76%), el ciberacoso (74%), el chantaje (47%) y la discriminación (38%) devienen los riesgos a los que los españoles más temen que se expongan sus hijos.  

Regulación y conciliación: dos pilares clave en la mejora de esta realidad
Más de 3 de cada 4 españoles considera que los menores de 12 años no reciben un buen acompañamiento en el manejo de los dispositivos digitales e incluso el 65,4% opina que la legislación española les deja desamparados ante la falta de interés y recursos para cuidar su integridad.


A quienes señalan los españoles como máximos responsables en el uso inadecuado de las tecnologías es, en primer lugar, a los progenitores con un 86%, seguidos de los sistemas educativos (56%) y de las instituciones gubernamentales reguladoras (41%). Para la población del país, las empresas tecnológicas (31%), los medios de comunicación (28%), los profesionales del sector sanitario y psicológico (18%) y las entidades sin ánimo de lucro (7%) poco tiene que aportar.


A pesar de ello, ni los progenitores ni el profesorado deviene una figura de referencia para los menores ante una situación de riesgo expuesta por el uso de las pantallas, según los españoles. Para el 71% de los encuestados, un niño o niña expondría antes su preocupación a un amigo o compañero que a un familiar (38%) o un profesor (12%).

Uso responsable: ¿oportunidad o utopía?
Los resultados también proyectan esperanza. En España, y según el 70% de encuestados, la tecnología puede aportar beneficios a los menores siempre y cuando se utilice responsablemente. Es más, si el menor tiene dificultades en el aprendizaje o requiere necesidades especiales, el 74% de los habitantes considera que recurrir a las pantallas puede contribuir positivamente a su desarrollo.


En este sentido, opinan que, mediante aplicaciones clave, se pueden maximizar las habilidades cognitivas -la memoria, la atención y el razonamiento- (51%), así como también las habilidades lingüísticas -la comprensión y la capacidad de aprendizaje (49%)-, y las habilidades socioemocionales -la expresividad, la socialización y la resolución de problemas- 30%.


Para hacerlo posible, no obstante, los españoles consideran que los familiares deben estar informados sobre las herramientas de control parental y seguridad digital, ya que 8 de cada 10 personas opina que, a día de hoy, muchas familias no lo están. Como mejora, plantean que la marca de límites de uso (80%), la supervisión del contenido (74%), la educación sobre los riesgos y las buenas prácticas (74%) y el buen ejemplo (72%) son medidas clave para garantizar un uso seguro en edades tan pequeñas.