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SOS Rural denuncia la eminente tala masiva de 100.000 olivos expropiados para construir una mega planta solar

Asociaciones de vecinos y Plataformas de Andalucía denuncian las tácticas fraudulentas de las empresas promotoras para esquivar escollos legales, como la fragmentación artificiosa de los megaproyectos fotovoltaicos en varios proyectos de menor tamaño y que producen menos de 50 megavatios para eludir el control de la Administración Estatal, que exige una tramitación ambiental ordinaria, más exigente que la ambiental “simplificada” que exige la Administración Autonómica.

Tras la declaración de utilidad pública de las megaplantas por un supuesto interés general, viene la coacción a los agricultores, que se ven forzados a elegir entre un acuerdo con la multinacional o la expropiación de sus terrenos, por un precio inferior al del valor de sus tierras. “¿Dónde está la utilidad pública cuando el beneficio es para una empresa privada?”, se preguntan los vecinos.

Con el aceite de oliva por las nubes (a prácticamente 10 euros el litro), España está pasando de ser “la huerta de Europa a la pila de Europa”, denuncian agricultores, y SOS Rural añade que le resulta “incomprensible” que se vayan a destruir decenas de miles de olivos arrasando cultivos en el Valle del Guadalquivir, convirtiendo una de las tierras más fértiles de España en un valle lleno de placas de hierro y cristal.

Madrid, 29 de octubre de 2024. SOS Rural advierte del daño irreparable que supondrá la tala masiva de 100.000 olivos expropiados en Andalucía para construir una megaplanta fotovoltaica. El movimiento ciudadano en defensa del mundo rural se hace eco del drama que están viviendo los agricultores del Valle del Guadalquivir, y une fuerzas con la Plataforma Campiña Norte de Jaén y la Plataforma Stop Megaplantas Solares Alto Guadalquivir.

Los agricultores y vecinos del valle del Guadalquivir denuncian que las empresas promotoras están recurriendo a la fragmentación artificiosa de los proyectos fotovoltaicos, rebajando de manera engañosa la potencia producida por cada planta por debajo de los 50 megavatios para eludir controles más exigentes de las administraciones. Además, la mayoría de los agricultores se ven coaccionados a llegar a un acuerdo con las empresas promotoras, ya que es más ventajoso en términos económicos que la expropiación facilitada por la ley del sector eléctrico.

Desde la Plataforma Campiña Norte de Jaén advierten que “la gente tiene que conocer cómo actúan estas empresas: especulan con nuestras tierras, a los propietarios les ofrecen un arrendamiento anual a 30 años entre 1.000 y1.500 euros por hectárea, y luego se lo revenden a fondos de inversión a 10.000 euros la hectárea, es decir, nos dan 10 veces menos que su valor real”.

La plataforma añade que “cuando dentro de 30 años la empresa solar nos devuelva las tierras, nuestros hijos habrán tenido que emigrar para buscar trabajo, ya no podrán volver al pueblo y estas tierras habrán perdido la capacidad de ser productivas por el uso industrial que se les ha dado.”

Plataformas como Campiña Norte de Jaén y Stop Megaplantas Solares Alto Guadalquivir luchan desde hace tiempo con los pocos recursos de los que disponen contra los gigantes energéticos que están alterando su entorno y destruyendo su ancestral forma de vida. Algunas megaplantas solares fotovoltaicas proyectadas en años anteriores en la Mancomunidad del Alto Guadalquivir de Córdoba no se llegaron a realizar en su primera ubicación gracias a la presión social ejercida desde plataformas vecinales, porque no se tuvo en cuenta el daño a zonas de cría de aves esteparias en peligro de extinción ni la oposición de los dueños de la tierra.

¿Es justificable que la Administración Estatal o Autonómica expropie terrenos privados donde se producen alimentos para beneficio de empresas privadas? ¿A quién benefician las plantas solares? ¿A la ciudadanía y a los vecinos o a un fondo de inversión con sede en terceros países?” se pregunta la Plataforma Stop Megaplantas Solares Alto Guadalquivir. Desde esta plataforma piden que haya una ordenación del territorio para que no desaparezca el modo de vida de una comarca entera. “No se puede hacer una transición verde eliminando lo verde”, sentencian.

Un proyecto con potencial para arrasar más de 400.000 olivos

La instalación solar proyectada que arrasará un olivar en plena producción de 100.000 olivos se sitúa entre los términos municipales de las poblaciones de Lopera, Arjona yMarmolejo, en la provincia de Jaén, en concreto 5 plantas con capacidad de 254,98 MW y una extensión de 895 hectáreas, el equivalente a 895 campos de fútbol, pero el drama no acaba aquí.

En estos momentos existen, entre proyecto y ejecución, 18 plantas más en la comarca de la Campiña Norte de Jaén, por lo que estaríamos hablando de una capacidad aproximada de 1GW más, lo que supondría 3.222 hectáreas más y 320.000 olivos arrasados más. Estos olivares llevan plantados varias generaciones y supone la base de la economía familiar de muchas familias de la zona afectada.

Las cifras son apabullantes. Según informe elaborado por la Cooperativa Local “La Loperana”, cada 500 hectáreas suponen unas pérdidas en rentas por producción de aceite de 2.000.000 € y 900.000€ en jornadas de trabajo. “Pensar que familias de agricultores que llevan generaciones viviendo de sus olivos no tengan ningún poder de decisión sobre su medio de vida, es simplemente inaceptable y propio de países bananeros”, denuncia SOS Rural.

SOS Rural lleva tiempo advirtiendo que la proliferación sin control ni orden de megaplantas en tierras de cultivo supone una amenaza para la población del medio rural, así como para el medio natural, que se ve alterado drásticamente de una forma irreversible, teniendo consecuencias en la biodiversidad de la zona y en el futuro de las generaciones venideras. Según un estudio de GAD3 sobre el impacto de las placas solares, más de la mitad de los españoles (el 56%) se muestra contrario a la instalación de placas solares en suelo agrícola.

El movimiento ciudadano que defiende el mundo rural recuerda que, sin un marco normativo especifico que proteja las tierras de cultivo, España corre el riesgo de pasar de ser dependiente energéticamente a ser dependiente también alimentariamente, advierte de que, con la instalación de placas, el suelo agrícola cambia de uso y se convierte en suelo industrial, transformando así un manto verde productor de alimentos en “un mar de hierro y cristal”.