● Se cumplen cinco años del nacimiento de Clos AMAE, un vino concebido durante el confinamiento con que se combatió la pandemia del Covid-19.
Clos AMAE es como las piezas de piano “a cuatro manos”, donde la música alcanza una potencia y riqueza adicionales a las de un único intérprete. En su caso cabría decir “a ocho manos”, porque es una creación de los cuatro miembros de la familia Bournazeau: Adèle, Marc, Adrien y Emma.
Marzo de 2020: se decreta el confinamiento de la población para protegerla de la pandemia del Covid-19. Todos nos acordamos, una situación insólita que nos dejó encerrados en casa durante semanas. La familia Bournazeau no fue excepción, Emma y Marc Bournazeau, propietarios y alma de la bodega Terra Remota (DO Empordà), quedaron con sus hijos Adrien y Adèle en la casa que se alza junto a las instalaciones de elaboración y crianza, a pie del viñedo, sobre el mismo terreno de granito que da la personal mineralidad a los vinos que elaboran.
Durante aquellos días, la pareja y sus hijos -jóvenes adultos- asumieron las labores de la bodega, pero hicieron algo más: diseñar el ensamblaje que daría lugar a Clos AMAE. Las tardes largas de aquella primavera culminaban con la cata de muestras de los vinos en crianza, haciendo seguimiento de su evolución. Compartir y aprender; saborear, describir, mezclar; consensuar. Así se gestó la idea de crear un nuevo vino, con un coupage que representaba lo que tienen el común, el gusto compartido.
En su añada 2019, Clos AMAE es un vino elaborado con uvas de Tempranillo, Garnacha Negra y Syrah, cultivadas en ecológico y vendimiadas a mano en cajas de 10 kg. El Tempranillo permanece en barricas de roble de 50 Hl durante 18 meses, mientas el resto de variedades lo hace en depósitos de acero inoxidable. Al catarlo, denota la complejidad inherente a su concepto de elaboración plural: cereza, grosella negra, frambuesa; violetas con notas de pimienta; un toque de vainilla. Un vino que destaca por su viva intensidad, que mantiene la elegancia y una delicadeza que se aprecia en boca.
Acompaña bien un queso Brie madurado, una paletilla de cordero, o sencillamente un picoteo de fuet catalán. Con una producción de 6.000 botellas y una historia estrechamente ligada a aquel marzo de 2020, la etiqueta reproduce la casa familiar de los Bournazeau, donde pasaron aquellos días. Es un vino ideal para celebrar lo que verdaderamente importa, porque además tiene un final de boca muy goloso, como la salida del confinamiento.