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El 'efecto michelin' que sí quieres en tu vida: cómo los factores de crecimiento logran una piel densa y redensificada

Como en un menú de alta cocina, tu piel necesita algo más que ingredientes: necesita chefs, técnica y orquestación. Así actúan los factores de crecimiento: los verdaderos directores de una piel joven, compacta y luminosa

Hay términos que, en cosmética, nos suenan lejanos o demasiado técnicos. “Factores de crecimiento” podría ser uno de ellos. Sin embargo, si le preguntamos a la facialista y cosmetóloga Esther Moreno, de EM Studio, todo se entiende al vuelo: “Si la piel fuera un restaurante, los factores de crecimiento serían las estrellas Michelin. Cuantas más tienes, más impresionante el resultado”.

 Porque sí, tu piel necesita nutrientes, limpieza, hidratación y protección. Pero si realmente quieres un antes y un después, necesitas que esos ingredientes trabajen mejor. Ahí es donde entra esta categoría de activos, considerada por muchos como el futuro del wellaging… que ya es presente.

Si tu piel fuera un restaurante, ellos serían las estrellas Michelin

 La piel funciona como una cocina de alto rendimiento. Durante la juventud, las células (los chefs) trabajan a toda velocidad, el recetario se ejecuta con precisión y los platos —colágeno, elastina, ácido hialurónico— salen impecables. Pero, spoiler: con los años, el ritmo baja, la técnica se resiente y lo que antes era un menú degustación se convierte en un sándwich mal montado.

 “Con la edad, las células siguen teniendo el recetario, pero ya no lo leen igual”, explica Esther Moreno. ¿La solución? Volver a encender los fogones y devolverle a la piel poco a poco el personal de cocina que ha ido perdiendo. Y ahí entran en juego los factores de crecimiento.

 Y es que no estamos hablando de activos cualquiera. Los factores de crecimiento no exfolian ni iluminan en el acto. Su trabajo es más sutil, pero mucho más transformador: reprograman el funcionamiento celular para que tu piel vuelva a trabajar como cuando tenía veinte. Esther lo explica así: “Ya le has dado a la piel los ingredientes: limpieza, antioxidantes, hidratación… Ahora necesitas que cocine con ellos de verdad. Los factores de crecimiento son los que consiguen que todo lo que aplicas funcione mejor”. Es decir, convierten una rutina correcta en un tratamiento estrella.

Del escudo al colchón: regenerar la piel por capas

Para entender cómo trabajan realmente estos activos, hay que mirar la piel en profundidad. La capa más externa, la epidermis, actúa como un escudo protector. Justo debajo, la dermis funciona como un colchón estructural, rico en proteínas como colágeno y elastina. Ambas capas tienen funciones distintas y requieren estímulos distintos. La clave, como señala Esther, está en no quedarse solo en lo superficial: “La mayoría de los productos trabajan con un solo tipo de factor de crecimiento, generalmente el EGF, que activa la epidermis. Eso está bien, pero te quedas en la superficie”.

 La verdadera innovación está en la combinación de múltiples factores de crecimiento que actúan de forma sinérgica en distintos niveles cutáneos. Desde los que estimulan la producción de nuevas células epidérmicas, hasta los que regeneran la matriz dérmica y cohesionan ambas capas como si fueran el velcro que impide que una piel se “deslice” y se descuelgue. El resultado es una piel redensificada, firme, compacta y con volumen interno real.

Más llaves, más puertas

Y es que no todos los factores de crecimiento actúan igual. Cada tipo tiene una función específica: algunos activan la renovación celular, otros fortalecen la unión entre capas, y otros estimulan directamente la producción de colágeno y elastina. “Yo siempre lo explico como un libro con candados. Cuantas más llaves tienes, más capítulos desbloqueas —es decir, más juventud— puede producir tu piel”, explica Esther.

En lugar de actuar sobre un único proceso, una rutina con varios factores de crecimiento bien combinados permite activar las distintas "plantas" del edificio cutáneo, desde el suelo hasta la azotea. Algunos favorecen que haya más fibroblastos disponibles, otros les empujan a trabajar, y otros se aseguran de que lo que produzcan sea de calidad. No se trata solo de generar más colágeno, sino de generar colágeno del bueno. Y ahí es donde la sinergia lo cambia todo.

Bonus track: cuando todo lo demás empieza a funcionar mejor

La cosmética avanzada no solo busca mejorar el aspecto de la piel, sino optimizarla desde su biología. Con la edad, la piel produce menos factores de crecimiento de forma natural. Por eso, al aplicarlos de forma tópica, le estamos devolviendo a la piel lo que antes generaba por sí sola. “Es como poner de nuevo en marcha una fábrica que lleva años funcionando a medio gas”, apunta Esther. Y lo mejor es que no solo rejuvenecen: también hacen que el resto de la rutina trabaje mejor.

Cuando se integran correctamente en una rutina, los factores de crecimiento potencian el efecto de activos como los retinoides, antioxidantes o la vitamina C. Se trata de encender el motor y pisar el acelerador, para que todo lo que le damos a la piel tenga un impacto real y profundo. Esther lo resume así: “No es lo mismo cocinar con ingredientes de calidad, que tener también la técnica, el ritmo y a los chefs adecuados. Esa es la diferencia entre un plato casero y uno de estrella Michelin. Lo mismo pasa con la piel”.